Una mirada de embera sobre el conocimiento y la investigación, parte 1

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Mié, 07/02/2008

Baltasar Mecha Forastero

Conocer y reconocer al otro, la diferencia cultural, ideológica, económica, política y religiosa, no es el problema: éste está en el comprender, entender y aceptar al otro tal como es; por eso se dificulta llegar al otro. Pese a ello, es posible acercarse cuando los seres humanos sean capaces de trasformarse y transformar el medio ambiente que les rodea; es allí donde el ser gente alcanza a abrir los tres elementos fundamentales de la vida: cuerpo, mente y corazón, para su humanización.

Se puede demostrar, con la Constitución Política de Colombia, que el reconocer, proteger y escribir sobre el respeto de la diferencia no es un problema: “El estado reconoce y protege la diversidad étnica y cultural de la nación colombiana” (Art. 7). En la práctica, esto no se da, es letra muerta, no se aplica aquí en Colombia. Al contrario, el gobierno viola este artículo y toda la Constitución. ¿Acaso la realidad no está demostrando cómo acabar con la diversidad étnica, mediante los mega-proyectos y la política de apertura económica del gobierno, entre otras formas? ¿Acaso no hay parlamentarios pronunciando que un puñado de indios no puede perjudicar el interés de la nación o de una población mayoritaria, cuando se trata de inundar territorios indígenas? Lo que se demuestra con claridad es que no ha habido aceptación y respeto por la diferencia del otro. Así es difícil generar confianza entre los seres humanos. La imposición del poderoso subyuga al otro y no hay una relación intercultural sin interés, porque se impone la cultura del uno sobre el otro; no hay una verdadera alianza entre los humanos para crecer juntos en el conocimiento, en espíritu y en humanidad. Ese es el verdadero problema de la interculturalidad, aunque para nosotros los embera ese no es el tema que nos debe trasnochar.

La interculturalidad

¿Alguien ha hecho que el agua y el petróleo sean compatibles? Ambos son líquidos, pero observe lo que sucede cuando se juntan: cualquiera de los dos elementos sale perjudicado. De pronto los intelectuales dirán que no tiene caso traer esto al estudio del conocimiento intercultural; sólo sé que lo que sucede en la naturaleza acontece también en la gente: alguien sale perjudicado, porque hay quienes imponen su conocimiento y explota al otro. Lo anterior no significa que no se puede conocer la cultura del otro; se puede conocer, aprender a aprender y aprehender de lo que se considere útil para el enriquecimiento personal y colectivo.

La interculturalidad se queda corta cuando habla de la reciprocidad en el crecimiento del ser y hacer de la persona individual o colectiva, o del relacionamiento mutuo para construir el proyecto de vida, para conocer, reconocer y respetar la cultura del otro. Aunque muchos lo afirman como la solución, no ofrece salida a la problemática de desvalorización y negación del otro, pues el más adelantado en el conocimiento de la interculturalidad plantea que el no conocer al otro es por falta de una verdadera relación intercultural, y que por eso hay que investigar sobre el conocimiento del otro, para poder correlacionarse; que esto, a su vez, se constituye en el antídoto contra la soberbia de la verdad única y absoluta de la ciencia. Seguramente es una utopía, pero lo que sí le puedo asegurar y reconfirmar de la interculturalidad es que allí la vida no es light: el hecho de relacionarse con el otro es un problema. La vida es y ha sido una realidad dramática, no ha sido color de rosa para muchos grupos humanos. Este dramatismo hunde sus raíces en una estructura social que hace que unos seres o grupos humanos quieran dominar a otros; el querer ser y sentirse superior al otro es la activación de su tendencia atrapadora. El ser no indígena lleva consigo un legado histórico inmemorial y un mandato de su creador llamado Dios, y para que el lector haga su propio juicio, lo invito a revisar la siguiente cita bíblica:

Dios los bendijo, diciéndoles, sean fecundos y multiplíquense, llenen la tierra y sométanla. Tenga autoridad sobre los peces del mar, sobre las aves del cielo y sobre todo ser viviente que se mueve sobre la tierra (Génesis 1, 28).

Si la interculturalidad fuese la solución y color de rosa, estaríamos viviendo en mundo de maravilla, en un país pacifico, armónico, equilibrado, justo, libre, un país con justicia social. Puesto que llevamos más de 513 años de contacto con otras culturas, debería de haber suficiente conocimiento de la cultura del otro, del saber del otro; pero hasta ahora no se ha aceptado el conocimiento de la diversidad étnica como una ciencia.

Existe el racismo, aunque quieran tapar el sol con la mano. Es la realidad: el blanco explota al negro y al indígena; el negro al indígena, y éste no tiene a quien, no porque no puede, sino porque nuestro creador nos dio un mandato diferente a los indígenas. Las cosas se le venden más caro al campesino, mientras que al citadino a precios reales; el negro, por más preparación académica que tenga, no puede llegar a ser presidente de la republica de Colombia; no hay aviadores o generales negros, ministros negros. Peor aun con los indígenas: bajo la excusa de ser el menor estudiado, no puede alcanzar una curul en la sociedad dominante, aunque ése no es el sueño de nosotros. A uno le da berraquera escuchar palabras como éstas en los buses de la ciudades de los civilizados: “corra hacia atrás, no sea indio”, o en la televisión: “¿me crees indio?” o “ese indio”. Estos términos son sinónimo de bruto e ignorante. ¿Esto no se llama racismo y explotación del otro? Pues, si esto sucede en el mundo de los “civilizados”, ¿que esperaremos de los ciudadanos modernos o, mejor dicho, de los ciudadanos globalizados?

¿Qué puedo decir de la interculturalidad desde la universidad? La universidad no ha logrado convertirse en el universo donde fluya el conocimiento de todos y todas, donde lo visible e invisible esté sin categorizar ni jerarquizado, ni la ciencia dividida en científica y empírica. Colombia siempre ha estado copiando de los modelos europeos, que en muchos casos son obsoletos en esos países, y aquí se aplican como algo novedoso, desconociendo la especificidad de la diversidad étnica y cultural del país. ¿Quién ha dividido el mundo y la ciencia? ¿No es el hombre no indígena quien impuso su política de gobierno, económica, social, cultural y religiosa? El hombre no indígena se autoerigió sabio por encima de los demás, pero aun no se ha dado cuenta qué es lo que sabe, ni en qué es sabio; por eso, incansablemente busca, investiga, dizque para “llegar a la verdad absoluta” y llamarse “científico”, y su ego no le deja ver la cakiricidad de su investigación.

Se trata, entonces, de ser crítico con su propio conocimiento y cultura: ¿hasta dónde el ser humano está en capacidad de desestructurar su mente y pensar como gente humanizada, y hasta dónde está en capacidad de dejar de ser humano y pensar libremente como el vuelo del águila, como el animal del monte que corre bajo la libertad de la lluvia y como los peces que, sin ningún obstáculo, danzan y respiran bajo el profundo y cristalino lago? O simplemente sigo pensando que existo gracia al dios de los no indígenas y al mal llamado “descubrimiento de la América” por los españoles que nos trajeron la lengua española, la educación, la civilización, y como llevo ese legado histórico en mi mente, entonces no importa destruir al otro para satisfacer mis necesidades, o simplemente me dejo manipular y estoy alienado.

La interculturalidad siempre ha existido. El contacto con los españoles lo tuvimos hace más de 513 años y, ¿cuál ha sido la consecuencia? No ha habido respeto ni aceptación de la diferencia en este país. La interculturalidad sirve en la medida en que el contactante no tenga interés alguno sobre su contactado. ¿Cómo es que los no indígenas no entienden que la naturaleza es la razón de la existencia humana? Con esto quiero significar que cuando dicen que descubren algo, lo destruyen; descubren un pozo de petróleo, que para nosotros es la sangre de la madre tierra, y los no indígenas lo explotan y lo destruyen; descubren una mina de oro y pasa lo mismo; descubren recursos maderable como el abarco y ahí mismo lo destruyen. Pero bendito sea el poder de la naturaleza, de la madre tierra, y bendito el espíritu de mi ancestro. ¿No es lo mismo que nos pasa a nosotros los embera con nuestro conocimiento? Los no indígenas descubren mediante la investigación un cierto saber de los indígenas y lo patentan como dueños únicos y absolutos de ese conocimiento para su explotación, y luego se llaman “científicos”, que yo los llamaría cakiríficos, en vez de científicos.

Apenas después de más de 513 años estamos tratando de entender al otro. Pero ese entendimiento y comprensión lo están haciendo desde el conocimiento de la cultura europea y no desde nuestras experiencias y vivencias. Por ejemplo, nos hablan de la teología india, una teología que no tiene una referencia en la cultura indígena, sino en el pueblo hebreo, dizque para que los indígenas empiecen a recrear su mente y fortalecer los mitos y dioses; pero caen en la tentación y el error de utilizar neologismos, hasta en muchos casos de sincretismo religioso, y no entienden que el simple hecho de hablar de “teología” y “dioses” los llevan y remontan a la fe del dios único, el supremo, el absoluto, el alfa y omega. Así no puede haber un aporte de la Iglesia hacia la consolidación de la identidad y pertenencia cultural de los pueblos indígenas, más cuando ni siquiera se acepta la ritualidad embera del jaibanismo como su experiencia espiritual, sino que se toma como brujería o hechicería. Y escribir el nombre de “Dios” con minúscula no es permitido y no es un simple problema de ortografía, sino que detrás de la escritura hay toda una manipulación humana; definitivamente aíslan al ser embera de ese dios.

Otro ejemplo: el conocimiento que la otra cultura socializa lo hace en español, siendo una de las fuertes limitantes y barreras. Hacemos demasiado esfuerzo para entender el mensaje que nos transmiten en español, porque desgraciadamente para nosotros, sus raíces están en otras lenguas como el latín y el griego; eso nos impide realmente una relación intercultural. Entonces, ¿hay reciprocidad? Pues no, somos los indígenas quienes tenemos que entender al otro y dar todo nuestro conocimiento al mundo no indígena para sus fines, y a cambio de eso sólo nos devuelven un mamotreto de libros a un pueblo analfabeta. ¡Qué barraquera los no indígenas! Siguen siendo generaciones de Colón, nos siguen dando espejito, peinecito a cambio de oro.

Ninguno de los contactantes se ha preocupado por su contactado. Siempre el contactante ha tenido sus fines, objetivos y metas claras sobre su contactado. Ha habido interés sobre lo que sus débiles ojos puedan observar, para luego imponer su cultura y conocimiento. Fue difícil aceptar que el indio tuviera alma, sentimiento y ciencia, pero fue fácil recibir sus bienes, robarlo y explotarlo. Los ojos de los blancos y su ego no le dejan ver mas allá de lo que el corazón siente y ve; por eso, para los no indígenas es más fácil buscar el camino del etnocentrismo y retroceder a dar una mirada desde la ventana de su cultura para observar e inferir, conjeturar y juzgar sobre el otro. Se llenan de ego y de sentimiento etnocéntrico para desconocer y justificar su ignorancia sobre la cultura de los demás.

Hasta ahora, los embera nos hemos atrevido a entender al otro, le hemos dado todo lo que está a nuestro alcance, llevando al otro a hacer camino, a ser profesionales: magísteres y doctores con nuestro conocimiento. Y pregunta un embera: ¿aún nos falta dar más?, ¿exprimimos más el saber indígena? Le podemos enseñar al no indígena el secreto de la naturaleza y sus venenos, pero, ¿está él preparado para hacer el bien con el conocimiento adquirido? Hemos sabido que descubrió el oro fulminante, aprendió a manipularlo y, ¿cuál ha sido la consecuencia? Utilizarlo para impulsar un proyectil y no para matar un venado, ni un tigre, sino para acabar a un pueblo. Aprendieron y construyeron armas de fuego y bombas nucleares para destruir a la humanidad; aprendieron con los indios a fumar el tabaco y mírenlo hasta dónde ha llegado: fumando marihuana, cultivando hierba de uso ilícito, haciendo fabrica de tabaco y luego en su paquete le colocan un aviso: “el tabaco es nocivo para la salud”. Pero estos civilizados lo siguen consumiendo, a sabiendas de que es perjudicial para la salud. ¡Qué bárbaro e ignorante es el mundo civilizado!

Así infinidades de casos le puedo citar, pero, ¿qué hay de los embera?, ¿están preparados a resistir o aceptar el conocimiento occidental? Si no “todo lo que brilla es oro”, si pensar como no indígena dicen que daña la estructura pura de la mente embera, ¿como será incurrir en el mundo de la ciencia occidental? Embera construyendo bomba atómica, arma de fuego, aprendiendo habilidades mentales igualito al no indígena para subyugar, explotar y hasta robar el conocimiento del otro, patentándolo como dueño único y absoluto de un saber comunitario, indígena científico para vender el saber milenario y ancestral de un pueblo. Dice el líder mayor José Nery Mecha, “la gente no investiga y estudia para ponerse al servicio de su gente ni para aportar al desarrollo de los pueblos, sino para robar lo poquito que le queda al pueblo”.

No es un miedo a la inmersión en el conocimiento del otro. Sólo pretendo hacer ver a la gente pensante, a la gente humana, que hacer las cosas con conocimiento es hacer bien las cosas y aprehender del otro el saber, con discernimiento, es aprender, y no que después de aprender se queje de la consecuencia. A raíz de esto dice una mujer embera, Morelia Mecha:

[...] por eso no quiero que nos enseñen a pensar con la lógica de los no indígenas, no quiero que me descuarticen mi mente humana; quiero que mis maestros sean los verdaderos maestros, es decir, los mayores, y no los que dicen ser maestros, que son simplemente profesores que profesan una ciencia que ni siquiera es conocimiento de él. Mientras, el maestro profesa un conocimiento integral de la vivencia, de su experiencia y es para la vida desde la vida, él es testigo creíble de la enseñanza y aprendizaje.

Dije antes de hablar sobre el tema de interculturalidad, que para nosotros los embera ese no es el tema que nos trasnocha. Es porque nosotros hemos tenido contacto con otras culturas y lo hemos entendido, aunque es y ha sido para nosotros negativo. Ahora pregúntese usted: si la relación intercultural ha servido para positivo, o al contrario. Este estilo de pensar y escribir no es para desanimar a los que incansablemente vienen trabajando en el proyecto de comprensión de la interculturalidad; al contrario, es para que piensen más y den más de lo que han dado.

La importancia del diálogo intercultural según Estermann

Josef Estermann, en su texto Filosofía andina. Estudio intercultural de la sabiduría autóctona andina, plantea que

[...] es imposible acercarse a un diálogo intercultural cuando se niega un determinada acervo cultural. Pensar que existen relaciones culturales y políticas neutrales parece realidad de museos y libros etnológicos. Empero, frente al desgaste del pensamiento hegemónico occidental, es posible y necesario establecer un diálogo intercultural.

Josef Estermann presenta su texto como una posibilidad de abrir los horizontes comprensivos de los seres humanos, para buscar en otras filosofías, culturas y cosmovisiones, diferentes posibilidades de expresión de lo humano. Así, el runa, con su peculiar filosofía andina, no quiere participar en este diálogo asumiendo la designación peyorativa a su pensamiento calificado de ideas exóticas, sino como una expresión filosófica de lo humano encarnado en un pueblo (Mora, 2000).

La universidad

La Ley 30 del 28 de diciembre de 1992, en sus Artículos 1, 2 y 4 dice:

Artículo 1° La Educación Superior es un proceso permanente que posibilita el desarrollo de las potencialidades del ser humano de una manera integral, [...]

Artículo 2° La Educación Superior es un servicio público cultural, inherente a la finalidad social del Estado.

[...]

Artículo 4° La Educación Superior, sin perjuicio de los fines específicos de cada campo del saber, despertará en los educandos un espíritu reflexivo, orientado al logro de la autonomía personal, en un marco de libertad de pensamiento y de pluralismo ideológico que tenga en cuenta la universalidad de los saberes y la particularidad de las formas culturales existentes en el país (Colombia, Congreso de Colombia, 1992).

Es muy bonita y acertada la política y su fundamentación; pero, ¿donde está el servicio público cultural, que no lo alcanzo a percibir? ¿En dónde están los formados integralmente, cuando cada profesional universitario divide más la ciencia y el conocimiento? ¿Por qué están formando en una determinada ciencia del conocimiento? ¿Será que cuando se habla de “formación integral” se están refiriendo a los indígenas, que desde nuestro nacimiento tenemos la concepción del mundo holístico y, por ende, todos nuestros conocimientos, nuestra formación es integral? ¿En qué universidad se está dando la libertad de pensamiento y el pluralismo ideológico? ¿Dónde se tienen en cuenta la universalidad de pensamiento y las particularidades de las formas culturales existentes en el país? Si esto se diera de verdad, no se necesitaría una institución para la atención de la educación superior. Entiendo por educación superior todo tipo de educación o proceso de socialización permanente orientada por los mayores, ancianos, ancianas, yerbateros, taueara, jaibanás, desde el conocimiento ancestral.

Por eso, siempre he dicho que en ninguna institución educativa, llámese básica primaria, segundaria, técnica o superior, se da el conocimiento. Lo que se da es una información de las visiones, de las investigaciones, del pensamiento político, económico, filosófico, religioso y cultural de los escritores que, en un tiempo determinado y en respuesta a sus problemáticas y circunstancias, escribieron como conocimiento. Esta información que se recibe se convierte en conocimiento cuando el individuo la digiere de manera analítica y crítica, para hacer una contrapropuesta aplicable para la vida o para transformarla; si no, simplemente es un individuo robótico, al servicio del aparato ideológico del Estado y no al servicio del pueblo.

Reiteremos el Artículo 4:

[...] despertará en los educandos un espíritu reflexivo, orientado al logro de la autonomía personal, en un marco de libertad de pensamiento y de pluralismo ideológico que tenga en cuenta la universalidad de los saberes y la particularidad de las formas culturales existentes en el país.

Este cuento no se aplica a los indígenas. ¿Por qué? En primera lugar, no nos orientan a la autonomía personal. El indígena universitario, como el de escuela secundaria y primaria, por el contrario, se debe someter a la norma institucional o al manual de convivencia. ¿En dónde está la orientación a la autonomía personal, cuando ni siguiera le consultaron si estaba de acuerdo o no con el reglamento universitario o manual de convivencia, cuando ni siguiera participó en su construcción? Estos reglamentos son hechos y pensados para un grupo de una cultura determinada, para responder a la necesidad y exigencia de ese grupo.

En la universidad no se tienen en cuenta los conocimientos ancestrales, porque le dicen a uno: “ese conocimiento de su cultura no nos sirve aquí; sirve es allá dentro de su comunidad”. Si mi conocimiento oral no sirve, entonces, ¿dónde queda la pluralidad étnica y cultural, y dónde se tienen en cuenta la universalidad de los saberes y las particularidades culturales existentes en el país?

Las universidades tienen un abismo gigantesco, y eso no lo vamos a resolver nosotros, investigando nuestro conocimiento, ni porque le demos todos nuestros saberes, ni porque lleguemos a ser rectores de las universidades. Esto último sería peor para el indígena, porque el problema es del sistema educativo y del sistema de gobierno. Ese sistema absorbería al indígena, aunque es eso lo que en sí está sucediendo: la universidad cada día nos absorbe, la universidad se ha convertido en un embutidor de información.

El conocimiento sistemático del no indígena

Los no indígenas definen la ciencia como el conocimiento:

Ciencia (en latín scientia, de scire, “conocer”), término que en su sentido más amplio se emplea para referirse al conocimiento sistematizado en cualquier campo, pero que suele aplicarse sobre todo a la organización de la experiencia sensorial objetivamente verificable. La búsqueda de conocimiento en ese contexto se conoce como “ciencia pura”, para distinguirla de la “ciencia aplicada”, la búsqueda de usos prácticos del conocimiento científico, y de la tecnología, a través de la cual se llevan a cabo las aplicaciones (tomado de: Emagister, 1999).

Esto quiere decir que, para los no indígenas, el conocimiento tiene validez si es sistematizado, verificable y aplicable; entonces, ¿cuándo van a aceptar nuestro conocimiento, que no está categorizado de esa forma, si nuestro conocimiento existe en nuestro cuerpo, mente, corazón y en la naturaleza, de una forma implícita y explicita, de manera oral y aplicable solamente por la experiencia y la observación?

Se dice que la ciencia adquiere validez a partir de la sistematización de los datos de las actividades humanas, que es a partir de allí que hay una construcción del conocimiento, que las actividades que hay antes de la sistematización no se deben llamar “ciencia” o “conocimiento”; es decir, lo que los investigadores han podido dar como explicación de las acciones de una cultura es el conocimiento. Así, lo que no pueden explicar se lo adjudican a Dios y lo explicable a la ciencia. Entonces, se puede inferir que la ignorancia del hombre blanco se le atribuye a Dios y por eso no es Dios quien manipula al hombre blanco, es el hombre blanco quien manipula a su dios.

Lo que piensa un embera del mundo no indígena y de su lengua

Pudiéramos decir, nosotros los embera, que el mundo no indígena está al revés. Por eso es confuso, para nosotros, en cuanto a su composición lógica y lingüística: la composición lógica del mundo no indígena es de arriba hacia abajo y de derecha a izquierda. Su lengua tiene raíces en otra cultura; muchas veces su significado no tiene nada que ver con la realidad, y no es fácil de ser entendida por todos sus hablantes; esto es, es una lengua hecha y escrita solamente para unos cuantos. Aquí no se trata de culto e inculto; simplemente no está pensada para que todos los humanos puedan entender el mundo o no está pensada desde la sociedad común, sino desde la élite. Intentaré confirmar lo dicho con unos términos que usé al principio de este escrito, que son usuales para todos:

Conocer, del lat. cognoscere. Averiguar por el ejercicio de las facultades intelectuales la naturaleza, cualidades y relaciones de las cosas.

* Perteneciente al pueblo Embera Dóbida, del Resguardo Catrú, Alto Baudó, departamento del Chocó. Líder de la Organización Regional Embera Wounaan (OREWA), hoy Asociación de Cabildos Indígenas Embera, Wounaan, Katío, Chamí y Tule del Departamento del Chocó (OREWA).

Término que utilizan pobladores de la Costa Pacífica para referirse al cangrejo ermitaño, aquel que se apodera de una concha de caracol ajena y se cree el dueño absoluto.

Diálogos realizados en la comunidad durante la realización de este estudio. (N. de la E.)

Taueara, en la cultura embera, es un médico tradicional que tiene la facultad de la visión espiritual.

Reconocer, del lat. recognoscere. Examinar con cuidado algo o a alguien para enterarse de su identidad, naturaleza y circunstancias.

Ciencia, del lat. scientia. Conjunto de conocimientos obtenidos mediante la observación y el razonamiento, sistemáticamente estructurados y de los que se deducen principios y leyes generales.

Investigación, del lat. investigatio, -onis. Acción y efecto de investigar, ampliar el conocimiento científico, sin perseguir, en principio, ninguna aplicación práctica (Real Academia Española, s. f.).

Ahora veamos la definición de “latín”:

Lengua del Lacio hablada por los antiguos romanos, de la cual derivan las actuales lenguas romances (Real Academia Española, s. f.).

Lo anterior significa que, para entender estos términos, la persona tiene que conocer, entender y comprender la cultura romana, para poder entender ese mundo y su lengua latina. Si es así, ¿cómo, entonces, podemos entender, comprender y poner en diálogo el conocimiento no indígena con el del indígena? Mientras el indígena intenta ir al mundo latino y regresa a su mundo, ya se ha desvanecido la imagen que se creó en su mente, o simplemente no sabe y no responde, al no tener conocimiento de esa cultura. Y, ¿qué decir de la otra cultura, la no indígena, cuando en su memoria sobre nosotros le basta solamente ésta: el indio con flecha y caníbales, y con conocimiento no experimentable, “empírico”? Seguramente les estoy ofendiendo y me dirán que no estoy hablando de ciencia, nada que ver con conocimiento científico; pero para el embera, cuando se conoce algo es porque ya lo ha vivido y ha surgido de una experiencia. Entonces, no se trata de buscar algo para llegar a la verdad; la verdad y las cosas ya existen y están ahí donde siempre han existido, y reconocer es volver a conocer y reafirmar la experiencia, constituyéndose así en un facultativo, en un sabio en el conocimiento de las cosas. Y no hay necesidad de demostrar al otro su saber para acceder a la credibilidad; simplemente es actuar y hacer sentir el efecto de su saber en el otro. Por eso, miremos lo que sucede cuando un embera habla de conocimiento.

¿Qué es conocimiento, qirisia, para los embera?

El conocimiento no es único y absoluto, se recrea, está dado desde la creación de la gente. Esto significa que el conocimiento es integral, fluyente. En el embera no se fracciona el conocimiento. Dicen los mayores que la misma creación del mundo por nuestro Ãqore es integral y fluye, no está fraccionada, estancada y finalizada. Nosotros ayudamos a construir el mundo con nuestro proyecto de vida.

La gente embera dice que el conocimiento, el saber, es el quererse a sí mismo, el amor a sí mismo. Entonces, juntando los tres elementos: cuerpo, corazón y mente, se recrea el conocimiento, el qirisia (qiri de la raíz verbal querer, qiria, y sia, flecha, es decir, el conocimiento connota el amor flechado). Así, el saber es simplemente la conjugación de la experiencia interna y externa de la gente, qawai, tejer y guardar.

Lo que el ser no indígena hace con las cosas que ya existen es que simplemente trata de modificarlas, manipularlas e intenta dar explicación, el porqué de las cosas, llevándolo a la consecuencia de muerte o vida con su presunto descubrimiento. El mal llamado “descubridor” habla e impone su conocimiento sobre lo descubierto y lo pone a hablar siendo ignorante sobre lo que él dice descubrir, mientras que los indígenas decimos: “las investigaciones e invenciones existen porque hay una idea y las ideas son conocimiento de algo; no se puede tener una idea si no hay referencia en algo, no hay presente si no hay un pasado y no hay futuro ni presente si no hay un pasado; el pasado y el futuro tienen razón de ser en el presente”. La investigación no se hace sin identificar el problema. Cuando se identifica el problema, ya hay una idea, un conocimiento; por tanto, ya en la mente se ha proyectado la razón de la investigación, con el objeto de dar salida a lo que le molesta o simplemente para salir de su ignorancia. La investigación no tiene el mismo argot para lo indígenas. El camino para llegar a un punto lo decide cada quién; la razón o motivo de la búsqueda puede ser personal o colectiva. La observación, práctica e imitación son procesos que se dan en respuesta a la solución del problema.

Adquisición del conocimiento

Un embera no adquiere el conocimiento individualmente o por si solo; lo adquiere colectivamente, mediante charla, minga, bebata, juego, observación e imitación, y de allí su aplicación. Por eso su conocimiento es colectivo e individual.

Si jugáramos con la palabra del español sobre el conocimiento, quedaríamos atolondrados. Veamos lo que sucedería: conocí-miento, es un conocimiento donde no hay verdad, ciencia con existencia de mentira, lo que no sucede con los embera: si se segmenta la palabra conocimiento en embera, connota una inteligencia, una sabiduría desde la existencia misma del universo, amor por lo propio, y en donde el latido del corazón también es ciencia y vista.

Veamos lo que sucede con la segmentación de otras palabras embera:

? Palabra, hablar, pedea (pe = maíz; dea = morfema de direccionalidad). Hablar es ir al maizal. Esto significa que el embera no habla por hablar. Cuando hay palabra hay productividad. ¿Cómo de una sola palabra se genera todo un conocimiento, una ciencia? Como el grano de maíz que genera unas mazorcas y mucha semillas aptas para el consumo humano.

? Enseñar, jara teai (jara = decir, hablar; teai = entregar). Enseñar es entregar la palabra, es entregar conocimiento, producto. Aquí se da lo que se tiene y no lo contrario, no se da lo que no se tiene ni lo que no se sabe.

? Pensamiento, qirisia (qiri = de la base verbal querer; sia = flecha). Amor flechado. Connota el amor a sí mismo, amor al conocimiento. Pensar también es dolerle el corazón. Entonces, el pensamiento está relacionado con el corazón, y el embera ha aprendido a escuchar su latido y a hacer caso; por eso, es el tercer ojo, que hace ver mas allá de lo que los ojos no pueden ver.

? Saber, qawai (qa = de la base verbal qai, tejer; wai = guardar). Tejer y guardar. Connota que lo que se teje, lo que se construye, se guarda hasta entregar la palabra o hasta su socialización.

? Investigar, jurui, buscar. La investigación no es un tema de discusión para el embera. “Nosotros mismos somos investigadores permanentes de nuestra vida”, dice el anciano José. Cuando cada día tratamos de buscar una solución a nuestra problemática, nos surgen más interrogantes y la búsqueda de la respuesta de ese interrogante es investigar y, así, van surgiendo más y más interrogantes. El problema de la investigación está es en la forma como se investiga, la intención del preguntón. También decimos que investigar es unui, buscar, ver, encontrar (u = sembrar; nu = mañana; i = boca, borde, ala). Sembrar la palabra para el mañana o para el futuro, esto es investigar.

Para entender mejor, es necesario aprender un poco más sobre la lengua del embera.

Origen de la lengua embera

Nuestra lengua ha existido desde el principio de la creación. Por eso su comprensión y relación es desde la naturaleza. No se pude buscar el significado de la palabra en otro idioma, sino en la naturaleza y en el cuerpo mismo. Dice uno de los apartes del mito de la creación:

[...] entonces trajeron a la mente, al pensamiento, de hacer con sus propias manos al embera, luego buscaron dentro de los árboles el más fino y duradero, vio que el tumatau (okendo) era el árbol perfecto para su nuevo proyecto; entonces, padre extrajo del árbol el corazón, la parte más fina y empezó a labrarlo en muñeco y luego de haberlo formado le dio el poder de la vida, la lengua, el pensamiento, el poder del espíritu, el poder de la trasformación; éste fue dado mediante soplo en la coronilla de la cabeza y en las coyunturas del cuerpo, y le dio el nombre de embera (?pera), gente labrada o salida del árbol, y también le dio la ley de origen, la ley de la relación hombre-mujer-naturaleza, y a cada unas de sus criaturas les dio a manejar las cosas esenciales para la pervivencia [...]

Entonces los embera pudieron cantar el cántico de la sabiduría y el del poder de la trasformación del hombre y la naturaleza, y danzar al ritmo del silbido de la naturaleza; así apareció el pensamiento y la lengua embera (Mecha, 1997).

Definición de la lengua embera (?p?ra pedea)

Dice el mito de creación que cuando el creador nos formó, nos dio el poder de la vida, la lengua, el pensamiento, el poder del espíritu, el poder de la trasformación. Por eso es que decimos que nuestra lengua es el poder dado por nuestros padres y se define como el espíritu que navega en el mundo interior del embera y sale al mundo exterior lleno de contenido. Con ímpetu da origen a nuevas expresiones de mensajes de la experiencia interior, los cuales son entendidos por la sociedad embera.

También se define como el sistema de reglas a través de las cuales se relacionan significados y símbolos, que permiten la transmisión y construcción del conocimiento y de la cultura, la interacción humana y la vida en sociedad. Además, se define como instrumento de comunicación y pensamiento al interior de nuestra sociedad. Como conocimiento científico sirve para llegar hasta lo más profundo y sagrado del mundo del embera.

La naturaleza al servicio de la formación integral del embera

De la naturaleza y del vientre de la madre tierra nacieron unos hombres embera llamados Caragabi y Tutruica. Sus padres, Ãqore y Nana o Phapha, le dieron todos los conocimientos, el secreto y la sabiduría de la naturaleza. Tuvieron una formación en la ley de la naturaleza o ley de origen. Amaron a todos los seres de la tierra, no diferenciaron entre seres vivos e inertes, y ayudaron a crear los mundos embera, y al lado de sus padres caminaron en la verdad, en la justicia y en el amor. Sus palabras eran tan dulces como la miel del abejal; eran tan sabios como sus padres creadores de la vida; eran unos hombres llenos de misterio como la misma naturaleza.

Caragabi y Tutruica se constituyeron en los hermanos mayores del pueblo embera. De ellos dependían muchas enseñanzas, en especial el conocimiento de la cultura, de la espiritualidad y el desamarre de los mitos. Para que sus hermanos gozaran de la tranquilidad y la paz, les enseñaron la relación hombre y naturaleza; dentro de ella, el respeto, y luego el control territorial, a través de los poderes espirituales, y nace así el jaibaná, el gran médico tradicional. Pero para desarrollar bien sus habilidades y sus conocimientos en el jaibanismo, les colocaron una maestra, que tenía el poder de las plantas medicinales, que es la que determinó la enseñanza. Para la utilización del poder jaibanístico lo primero que les recomendaron fue no hacer daño a su prójimo, hacer el bien a todos lo que requieran del servicio y enseñar todo a todos.

La sabiduría y capacidad de estudio de los primeros hombres y mujeres embera era tan admirable, porque dominaron y controlaron el poder de los espíritus mediante los sueños. La observación permitía una visión más clara. Se metieron dentro de lo humano y lo espiritual. Su metodología de investigación estaba guiada por los animales, aves, peces, árboles y los astros. De ellos aprendieron una buena pedagogía de trasmitir conocimiento mediante la oralidad y de allí viene la enseñanza de generación en generación, hasta la actualidad.

Hoy, con mucha dificultad se transmite el conocimiento, ya que el ser embera ha olvidado la enseñanza de la ley de la naturaleza, del amor, de la armonía, del equilibrio, de la justicia, y se ha dedicado a mirar la educación no indígena como la respuesta a sus necesidades, pero desde una perspectiva consumista, de satisfacer meros intereses económicos, políticos o ideológicos individuales. Por eso no se enseña la cultura y espiritualidad embera a niños y niñas, ni se les conversa sobre el poder y el misterio de la naturaleza, a la que hay que respetar. Es en la naturaleza donde está todo el conocimiento.

Con esto pretendo que el ser embera moderno entienda que hay que acudir a los conocimientos ancestrales y de la naturaleza, para construir una educación que responda a la necesidad y expectativa de nuestro pueblo, y que haya un deseo de comprensión de los poderes de la naturaleza. Que entiendan que la estructura y las leyes del espíritu humano son las mismas que las de las cosas. Por tanto, el arte educativo debe imitar la naturaleza, siendo Caragabí, Tutruicá, Ãqoré y Nana la misma naturaleza, y de donde nosotros somos parte.

Para mí, es desde aquí que se puede hablar de una relación intercultural, si la otra cultura tiene la capacidad de entender y aceptar, así como se propone en la filosofía andina la importancia del dialogo intercultural.

Estructura del cosmo embera

Nuestro padre Ãqoré y nuestra madre, Nana, y sus hijos e hijas mayores, dejaron el manejo de su obra en la mano de los embera, sus hijos. Así que los seis mundos, con todo lo que en ellos existe, estarían bajo nuestra responsabilidad de mantener el equilibrio y la armonía entre el ser humano y la naturaleza.

Los mundos embera están clasificados de la siguiente manera:

? Mundo humano: ubicado en la tercera capa de la tierra, ?p?ra trua, generación del diluvio.

? Mundo espiritual: el mundo de los chi ãperã.

? Mundo de los animales terrestres: pido trua.

? Mundo de los crustáceos, caracoles e insectos sin ano, amuqararã trua

? Mundo de las aves: ãgoso thorro trua.

? Mundo de nuestro padres, utari, el mundo uno, entendido también como el reino de la naturaleza.

La representación del cosmos en el te ara te

El término o palabra “tambo”, como casa, hogar, vivienda, alude a la representación de la morada embera. Pero por tener sus raíces en otra lengua, nos aísla del concepto de te ara te. Por tanto, la designación de los nombres en español es ignorante frente a la designación que nosotros le damos a nuestro te ara te. Esto no le importa a la otra sociedad, que no tenga referencia su vivienda en el te ara te; pero a nosotros sí nos hace mella y lacera nuestra forma de ver las cosas, los términos en español. Por eso profundizo y toco, busco en la profundidad del ser embera, hasta en el tuétano, para sacar a flote el saber interior del concepto te ara te.

Te ara te da la idea de universo, mundo, lo cual incluye también la idea de hogar. “Casa”, en cambio, es una palabra de Occidente, del mundo de los no indígenas. Con la palabra “casa” llega la imagen de una estructura arquitectónica, edificio, vivienda de dos aguas o de cuatro, cuyo diseño se hace de acuerdo con su necesidad, interés, su forma de vida y su forma de pensamiento. La sociedad de este pueblo es excluyente, individualista, egoísta, atrapadora; por eso, su casa contiene divisiones, con piezas, salas, privacidad. Se refleja claramente en el diseño arquitectónico lo que son, no hay una colectividad, unidad, servicialidad, como en nosotros los embera.

“Tambo”, en la época de los Incas, significaba edificio que se hacía en los caminos, donde almacenaban alimentos, vestidos para los mensajeros, los viajeros. “Tambo” significa, entonces, bodega, expendio, parador, tienda. Sin embargo, los no indígenas le llaman a nuestra vivienda o mundo “tambo”, y así se ha quedado para el no indígena. ¡Que lástima que el pensamiento de los civilizados sea cuadriculado y dividido como su casa! Por eso digo, que en el mundo no indígena, el que sabe y no sabe que sabe, es quien se considera sabio. Es allí, entonces, que el tema se vuelve interesante, porque entramos a las contradicciones, que es principio generador de la construcción de una ciencia, el acercamiento del saber del otro para llegar al intercambio de conocimiento con respeto, esto que hoy llaman diálogo de saberes, que es el antídoto contra la soberbia de la verdad única, absoluta y total.

El te ara te es el pensamiento embera. Con esa palabra, el ser embera se ubica en un espacio, un territorio donde se recrea y procrea la cultura, donde crecemos, donde nos morimos, donde hay calor humano, amor, educación, fraternidad, verdad, honestidad y responsabilidad. Aquí no hay divisiones, hay unidad, hay so pia (corazón bueno). Pr eso pueden vivir allí las personas y hasta los muertos, porque se entierran debajo del gran te; entonces, no hay privacidad. En el te no viven otras familias, sino la propia, la familia extensa

Cuando nuestro padre (Tachi Ãqoré) y nuestra madre (Nana) crearon a los seres de la naturaleza, crearon también al te y colocaron en el mismo lugar a las aves, los peces y demás animales; por eso, los animales tienen te, hacen te en los árboles, en la tierra y en el agua.

Cuando Tachi Ãqoré y Nana crearon a la gente (embera), no había animales; el animal salió del embera. Por eso se dice que todos los que tienen nombre de animales eran embera, y no es al contrario, como lo plantea el occidental, que dice que “el hombre salio del mono”. El hecho de que los animales sean producto de la gente no significa que el ser embera sea superior a los animales; no, aquí no se categoriza la creación. Por eso, al principio, cuando los animales eran gente, Tachi Ãqoré les enseño a hacer te. Te se alzaba desde la tierra; pero por no cumplir las enseñanzas de Tachi Ãqoré, el embera fue convertido, transformado de ser humano en animal, sufriendo un proceso de aripada; esto no es Mohán, ni castigo, sino que se traduce como transformación de la materia naturalmente. Un día, los animales transformados quisieron hacer daño a los hombres que vivían en su te, que quedaba a ras del suelo; ellos entraban a la vivienda y le hacían daño. En consecuencia, los creadores embera modificaron el diseño, sin perder el significado, y reforzó al te, y le colocaron otra palabra, te ara te, que connota vivienda verdadera o el verdadero mundo.

Entonces, Tachi Ãqore nos enseñó a hacer te ara te, que en castellano se asimila a “vivienda verdadera, verdadero hogar”, la verdadera vivienda que, a su vez, es el mundo, el territorio. Pero para ser diseñado y construida perfectamente, Tachi Ãqoré busco dentro de nuestros hermanos al arquitecto perfecto, que pudiera impregnar el pensamiento y el universo, el mundo embera en el diseño; además, que el modelo de vivienda fuera contra temblores, animales y tormentas. Entonces, vio y encomendó el trabajo al purugu (araña). Él ya tenía su diseño, que era como su propia vivienda. Era sólo aplicarlo: halar la punta o el vértice, quedando cuatro bases, que son los mismos guayacanes. Se hizo de esta forma, para que se defendieran de los aripada, aquellos humanos transformados en animales. Los embera subían al cielo raso para salvarse de los aripada, cuando éstos saltaban a la vivienda (véase figura 1).

Figura 1. Purugu te = casa de la araña

El verdadero hogar, o te ara te, quedó diseñado de la siguiente forma (véase figura 2): en él, los embera representan los mundos que configuran su universo, por lo cual cada parte de la vivienda tiene una significación especifica en relación con su cosmovisión, lenguaje, mitos y creencias

Figura 2. Representación del cosmo embera

? El numeral 1 representa te jedeqo. Es la punta superior y significa la luna de la vivienda, alumbra la vivienda. Te jedeqo antes era de barro azul, que servia para hacer cántaro, tsoqo. También representa un defensor de la vivienda, es el ampara-rayo, protección contra el viento, que es un ser viviente “humano” y, como el trueno y el temblor, atenta contra la vivienda. Tachi Ãqoré dijo que si a la casa no le hacían te jedeqo, esos señores se montaban en el techo y lo iban tumbando. Representa también un mundo, el primero de ellos. Allí vive Tachi Ãqoré. De acuerdo con la base numérica embera, este mundo correspondería al número uno, que se llama Aba: significa la transversalización, unidad, único; este mundo se une con el último mundo, porque es la fuerza del reino de la naturaleza.

? El numeral 2 representa al segundo mundo, mundo de los ãgosothorro o gallinazo rey. También llamado Ume, que connota la producción, la multiplicación y la vida; pero también el obstáculo para alcanzar la felicidad o llegar al mundo del padre y la madre.

? El numeral 3 representa al tercer mundo, que es el mundo de los embera. Upea, el número tres, representa el mundo de la muerte por inundación; la gran inundación connota la vida y la muerte.

? El numeral 4 representa donde se entierran los guayacanes, es el cuarto mundo, el mundo de los chiamberara. Qimare significa dualidad, pareja, matrimonio, multiplicación, y connota debilidad; junto al lado de la pareja provee las plantas aromáticas y medicinales.

? El numeral 5 representa del mundo cuarto hacia abajo, donde está el mundo de los amugarara (ahí también están los cangrejos y caracoles). Puede significarse con el número 5, Juesoma, que es el corazón de la mano, y provee plantas medicinales y frutos. Además, este número está unido con el primero; su relación es la unidad y el fin de las cosas.

? El numeral 6 representa al mundo seis, ubicado debajo de la casa, sobre la tierra, como el embera. Representa el mundo de los animales (Pido trua). Todos los anteriores, en su mundo, son humanos; al pasar de un mundo a otro se trasforman.

Todo el escrito anterior lo hice para generar discusiones bajo las siguientes preguntas:

¿El conocimiento es colectivo o individual?

¿Por qué se dice que el conocimiento es ancestral?

¿De dónde se cree que el escritor sacó las afirmaciones expresadas: en el origen de nuestra lengua o la estructura del cosmo embera?

¿Las afirmaciones que hace el escritor son “verificables”?

¿De acuerdo al documento, cómo se enseña y se aprende?

¿Es ciencia lo anterior? ¿Por qué?

Muchas gracias.

Referencias cibergráficas

Colombia, Congreso de Colombia, 1992, Ley 30 del 28 de diciembre de 1992, por la cual se organiza el servicio público de la educación superior, Diario Oficial, núm. 40.700, 29 de dic., 1992, secretaríasenado.gov.com, [en línea], disponible en: http://www.secretariasenado.gov.co/leyes/L0030_92.HTM

Emagister, 1999, Emagister, [en línea], 1999, disponible en: http://www.emagister.com/ciencia-cursos-647272.htm

Mecha, Baltasar, 1997, Memoria de mis antepasados, Quibdo, texto inédito.

Mora Martínez, Roberto, 2000, “Abrir horizontes para la filosofía andina. Sobre Josef Estermann: Filosofía andina. Estudio intercultural de la sabiduría autóctona andina”, Polylog, [en línea], 2000, disponible en: http://lit.polylog.org/1/rmr-es.htm, consulta: enero de 2007.

Real Academia Española, s. f., Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, [en línea], disponible en: http://www.rae.es

Señala Juan Fernando Saldarriaga, revisor de los textos: “el problema de dividir esta palabra es que no es una segmentación lingüística, sino una segmentación arbitraria. La raíz es conoc-: conocer, conocí, conoce; el morfema ?imiento’ no indica ?mentir’. Por ejemplo: si digo ?procedimiento’, la raíz es proced-: proceder, procedes; el morfema ?imiento’ creo que da el carácter de acción”. Importante esta acotación, pero también lo es tener en cuenta la resignificación dada por el autor a la palabra, por el contexto histórico que el castellano, sus hablantes y saberes han significado para los pueblos indígenas: como expresión de atropello y engaño. (N. de la E.).

Si bien según el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, “tambo” viene del quechua tampu (nota de JFS), es importante considerar que al ser una expresión nativa que retoma el castellano, y que se impuso en los procesos de colonización tardía en territorio Embera del Pacífico chocoano, no se diferencia entonces de otras expresiones del castellano impuestas a estos pueblos (N. de la E.).

Palabra que se utiliza en Chocó para referirse a un ser que es a la vez humano y animal.

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