LA GUERRA DE INFORMACIÓN

DOCTOR GEORGE J. STEIN

Lo que tiene una importancia vital es atacar la estrategia del enemigo

Sun Tzu



Ante todo debemos dejar bien claro que mucho de lo que se trata en este artículo sobre la guerra de la información, es especulación. No hay fuente disponible, ni oficial donde el gobierno de los EE.UU defina la guerra sobre la información. El Departamento de Defensa por lo general se refiere a su entendimiento e interpretación de esta forma de conflicto como "guerra de comando y control" (Command and Control Warfare - CW).1 Las diferentes armas raramente coinciden entre ellas sobre lo que es la guerra de la información o CW; y entre los analistas civiles de defensa hay menos acuerdo aún en relación a ese tipo de contienda. Entonces, ¿porqué debemos pensar sobre esta nueva y extraña idea? Por supuesto, la razón principal es que: mientras no sepamos exactamente lo que tenemos entre manos, todas las fuerzas coinciden en que la guerra sobre la información es algo importante.2 ¿Fue Tormenta del Desierto la primera guerra informativa de la tercera onda, o la última guerra industrial de la segunda onda?3 No estamos seguros, pero mucha gente, incluyendo probables rivales, creen eso.4 Este artículo intenta presentar un acercamiento a esta nueva idea llamada guerra informativa. Consideraremos cuatro grupos de ideas: (1) Definición de guerra de la información; (2) Cómo podríamos comenzar a pensar en formular una estrategia para este tipo de guerra; (3) Porqué la doctrina presente de la Fuerza Aérea puede darnos el mejor marco de referencia para elaborar la doctrina para esta contienda; y (4) Un breve comentario sobre el riesgo de no establecer las operaciones militares de guerra informativa.

Definiendo la guerra de la información

Guerra informativa, en su más amplio sentido, es simplemente el uso de la información para alcanzar nuestros objetivos nacionales. Como la diplomacia, la competencia económica, o el uso de la fuerza militar, la información por sí misma es un aspecto esencial del poder nacional y, aún más importante, se está convirtiendo en forma acelerada en un recurso nacional vital que apoya a la diplomacia, la competencia económica, y el empleo efectivo de las fuerzas militares. En este sentido, la guerra de la información puede ser considerada como un conflicto empeñado a nivel de las sociedades o de nación a nación, en parte a través de los medios informativos y de comunicación integrados en redes e interconectados.5 Esto significa que la guerra de la información en su sentido fundamental es el "teatro" emergente en el que es más probable que ocurra un futuro conflicto de nación a nación en el nivel estratégico. La guerra informativa también cambiará la forma de conducir los combates al nivel de teatro u operacional, y aún las actividades militares diarias. Finalmente, la guerra informativa puede ser el teatro en el cual se desarrollan "operaciones distintas a las de una guerra," especialmente si eso permite a los Estados Unidos satisfacer algún importante fin de seguridad sin la necesidad de desplegar fuerzas militares avanzadas en cada rincón del planeta. Por lo tanto, la contienda de la información puede definir de que manera en el futuro se haría la guerra, o en otras palabras, ser el foco central del pensamiento del conflicto en el futuro.

En esencia, el conflicto informativo se refiere a ideas y epistemología - palabras altisonantes que indican la forma de pensar de los humanos y, más importante, la forma como toman sus decisiones. Y aunque la guerra informativa podría llevarse acabo en amplitud, pero no totalmente por medio de las redes de comunicaciones de una sociedad y de su estructura militar, no se refiere fundamentalmente a satélites, cables y computadoras. Se trata de la influencia sobre los seres humanos y las decisiones que toman. La amenaza más grande que enfrenta la Fuerza Aérea y las armas en general, es que mientras comenzamos a pensar sobre la guerra informativa podamos llegar a ceder ante nuestra tradicional tentación de adoptar las nuevas tecnologías, especialmente aquellas vinculadas con la información, como simples multiplicadores de fuerzas del modo de llevar a cabo nuestras actividades en el presente.6 Sería un error estratégico de proporciones históricas limitarnos a operar estrechamente con las tecnologías; forzarlas a adecuarse a los modelos familiares e internamente definidos como velocidad, precisión, y letalidad; y perder la visión y oportunidad de una genuino cambio del pensamiento militar. La guerra de información es un modo concreto de hacer la guerra; se trata de emplear la información para generar un desequilibrio entre nosotros y un oponente, de tal naturaleza que, como diría Sun Zu, la estrategia del oponente sería derrotada antes que sus primeras fuerzas pudiesen ser desplegadas o realizados los primeros disparos.

Por lo tanto, el blanco de la guerra informativa es la mente humana, especialmente aquéllas que hacen las decisiones claves sobre la guerra o la paz y, desde el punto de vista militar, aquéllas que adoptan las resoluciones fundamentales sobre sí, cuándo, y cómo emplear los recursos y capacidades incluidas en sus estructuras estratégicas. Se puede augumentar que ciertos elementos de la guerra fría como Radio Europa Libre, Radio Martí, o la Agencia de Información de los EE.UU. fueron como un ensayo para la guerra de información. Se puede considerar que ciertas capacidades actuales de operaciones sicológicas (Psychological Operations - PSYOP), asuntos públicos y civiles, junto con las agencias de inteligencia, operadores de satélites, especialistas en comunicaciones, magos de la informática, y los hombres y mujeres de agencias tales como la Air Intelligence Agency o el nuevo Joint Information Warfare Center, representan algunos de los ámbitos claves de aprendizaje donde estableceremos algunas nuevas aptitudes para la guerra informativa.7 Y mientras el concepto de guerra informativa en su concepto de computación, procedimientos electrónicos, y versión de redes de comunicaciones se hace más común para las operaciones militares involucrando el conflicto tradicional de estado a estado, hay nuevos y peligrosos participantes en el "espacio cibernético" - el campo de batalla de la guerra informativa. Ha habido una proliferación de tales actores - protagonistas políticos que no están asociados con ningún estado en particular como Greenpeace y Amnesty International, pícaros infiltrados informáticos como la Legión Catastrófica, algún "rebelde" del tercer mundo quien protagoniza "un abuso de los derechos humanos" para Cable News Network - CNN, o terroristas de inspiración ideológico/religiosa con acceso fácil a las redes de computación y comunicaciones que pretenden influenciar, tergiversar información, o coordinar acciones políticas en forma global. Todo esto nos sugiere que las fuerzas militares o los gobiernos de una tradicional nación-estado pueden no ser la única amenaza seria para nuestra seguridad, o el incentivo de nuestras políticas de seguridad nacional. 8 El espacio cibernético puede ser el nuevo "lugar de la batalla," pero ésta sigue siendo una lucha por la mente. No hay que confundir el ámbito con la batalla misma.

Miremos ésto en un contexto que nos es familiar: la propaganda, como esfuerzo para influir la moral y el apoyo nacional a las fuerzas armadas de la nación. La guerra de Vietnam nos enseñó las consecuencias de ganar todas las batallas en el terreno y perder la guerra de la información en el frente interno. Antes del advenimiento de la guerra informativa, la propaganda fue tradicionalmente destinada a influir sobre las grandes audiencias con medios de comunicación masiva. Uno de los cambios claves logrados por las nuevas tecnologías es el potencial que tiene la propaganda de ser cortada a la medida de público al que se quiere alcanzar. Aquéllos que han recibido individualmente públicidad política orientada de una compañía investigadora, especializada en el mercadeo de "sectores" determinados, pueden haber sentido un súbito escalofrío cuando se dieron cuenta que existen empresas privadas que parecen saberlo todo sobre sus hábitos de compra y gustos, así apoyen a la National Rifle Association o asistan a las convenciones Tailhook. Cada compra con tarjeta de crédito añade información acerca de los recursos de alguien, y no todos están vendiendo justamente jabón o políticos. El público contemporáneo, los bancos de datos comerciales, y el creciente número de fuentes, medios de comunicación, y canales para la trasmisión de la información, esencialmente disponible a todos aquellos que dispongan de un poco de dinero o habilidad, han generado la oportunidad y los "conjuntos de objetivos" para realizar ataques informativos ajustadamente diseñados, por ejemplo, sobre las familias del personal militar desplegado. Piensen por un minuto sobre las implicaciones morales de ésto. Los tableros de boletines elctrónicos, los teléfonos celulares, las cámaras de video, y las máquinas para la transmisión de facsimiles proveen puntos de ingreso y redes de diseminación a los asaltos de nuestro oponente con la propaganda apropiada, sobre los militares, el personal gubernamental y económico, las estructuras estratégicas civiles claves, y hasta sobre las cuentas corrientes de las familias de las tropas desplegadas.9 La seguridad de las operaciones (Operations Security - OPSEC) es cada vez más un problema de seguridad militar vital. Sin embargo, la guerra de la información no debería ser confundida con o limitada por la propaganda, el engaño, o la tradicional forma de guerra electrónica.

Un nuevo factor de gran importancia en la guerra informativa es la "infosfera" mundial de las noticias por televisión y por radio. La guerra informativa a nivel estratégico es la "batalla fuera del campo de batalla" que da forma al contexto político del conflicto. Definirá el nuevo "espacio para la batalla." Enfrentamos un "campo de batalla integrado," no en el sentido acostumbrado de contar con una baliza del sistema global de posición (Global Positioning System - GPS) en cada tanque o cabina de avión, sino en el significado de Clausewitz, donde la guerra se integra políticamente en forma casi simultánea con la batalla. Mucha gente sospecha que las autoridades del comando nacional (National Command Authorities - NCA) están en peligro de responder en forma "reaccionaria" a un universo "ficticio" creado por la CNN, sus numerosos competidores internacionales, o hasta por un terrorista con una cámara de video.10 Ese universo creado por los medios de comunicación en el que vivimos, es más de "ficción" porque a pesar de que lo que vemos en la CNN es "verdad," no es completa, relevante o contextual. Sin embargo, este universo ficticio se hace políticamente relevante y es donde el gobierno o las fuerzas armadas supuestamente "tienen que hacer algo." Los miembros del Congreso, las autoridades del comando nacional, y nuestras madres miran las "últimas noticias" seguidas por el comentario "inmediato" que trata de explicar justificando los hechos. De modo creciente, es la pesadilla del comandante. Primero, quince congresistas llaman a la Junta de Jefes de Estado Mayor para preguntar sobre el análisis crítico que hizo el almirante retirado tal y tal, en el programa televisivo de noticias, Nightline sobre la validez del desarrollo de la campaña aérea operacional del CINC (Commander in Chief - Comandante en Jefe). Aún más importante, 300 congresistas están recibiendo también llamadas, correo electrónico, facsímiles, y hasta cartas de familias enojadas que justamente han visto el informe por televisión (cuidadosamente "filtrado" a la televisión francesa por un contratista de defensa descontento e inocentemente repetido por la CNN), donde una píldoras contra la malaria entregadas a los militares norteamericanos no actúan adecuadamente en Bongo-Bongo. Todo esto sin tener en cuenta a los verdaderos "muchachos malos" que tratan de meter sus manos en la guerra informativa. Usen su imaginación. Somalia aparece en las noticias, y nosotros nos metemos en Somalia, a pesar de que en la realidad había igualmente desastrosa hambruna, desorden, y pillaje en el vecino, Sudán. La verdad es que en Sudán no habían periodistas con enlaces satelitarios porque su gobierno no concedió visas de entrada a los reporteros de la CNN. Todos conocemos el impacto de las imágenes sobre la fallida incursión para capturar a Mohamed Farah Aidid en Somalia. En consecuencia, es obvio el potencial que tienen a la mano los gobiernos, las fuerzas militares, los partidarios en una guerra civil como la de Bosnia y aún sectarios para manipular los multimedios y las multifuentes del universo ficticio en la "contienda fuera del campo de batalla" por el dominio de la información estratégica.11 Las Fuerzas Armadas están justamente empezando a pensar sobre cómo estas nuevas tecnologías sobre comunicaciones inmediatas modificarán el ámbito de la batalla, y francamente, no hay muchas respuestas satisfactorias todavía.

Entonces, los ambientes ficticios o imaginarios dirigidos a las masas o a los sectores, pueden ser generados, trasmitidos, distribuidos, o radiados por los gobiernos y toda clase de actores en las redes crecientemente diversificadas. El potencial de guerra informativa a disposición de los estados u otros operadores con acceso al universo de las comunicaciones interconectadas, puedrían aprovechar las redes para trasmitir información bancaria sugiriendo que un estado "enemigo" está próximo a devaluar su moneda, fácilmente puede provocar un caos financiero.12 Difusiones directas utilizando estaciones de radio o televisión, dirigidas a audiencias seleccionadas, semejantes a aquellas de control centralizado de los programas por cable de eventos específicos por los que el vidente paga una cuota especial; una vez más le ofrecen a la gente de una provincia o región de un estado predeterminado, la opción de descubrir que su líder principal ha resuelto purgar a los soldados de su clan o tribu que están en el ejército. Su propia imaginación le puede proporcionar muchos ejemplos de cómo los crecientes sistemas de comunicación multifuentes le dan a las fuerzas armadas y a las autoridades del comando nacional numerosas nuevas posibilidades para moldear la información de tal manera que proporcione ventaja en el espacio de la batalla informativa en una guerra de este tipo a cualquier nivel social.

Veamos sólo un ejemplo de cómo las tecnologías actuales pueden ser aplicadas en la guerra de la información a nivel estratégico. Digamos, si las capacidades de las ya bien conocidas tecnologías de Hollywood para simular la realidad se unieran a nuestro arsenal, sería posible una genuina y revolucionaria nueva forma de hacer la guerra. Hoy, las técnicas para combinar actores reales con imágenes de video generadas por computación, fácilmente podrían producir ruedas de prensa "virtuales" sobre una conferencia, una reunión de máximo nivel, o tal vez hasta una batalla que podría realizarse como "efecto" aunque no como un hecho material. Las imágenes de video archivadas pueden ser recombinadas o "transformadas" sin fin para producir algún efecto específico. Esto va mucho más allá del tradicional engaño militar, y tal vez ahora una "fotografía" valdrá por un millar de tanques. Imagínese el efecto de una teledifusión mundial sobre la reunión entre un máximo dirigente "digitalizado" y un Jimmy Carter también "digitalizado," en la que se le pide a todos los soldados leales cesar el combate y regresar a sus hogares. Recuerden que los objetivos de la guerra informativa son las decisiones que están en la mente del oponente, y el espacio de la batalla en la mente humana también es la zona de la ilusión.

Juguemos con esta idea por un momento. Hagamos de polizón en un satélite comercial, transmitimos una simulación. Esto puede no ser de ciencia ficción, y los lectores de la última novela de Tom Clancy, Debt of Honor, intuirán que no lo es. Simultáneamente, varios "info-sectores" del estado objetivo son penetrados a través de la red. En algunos de los objetivos se refuerza la simulación fingida; otros reciben variantes ligeramente deformadas de las respuestas anticipadas del estado que es el blanco de tal ataque, y la totalidad de los militares del oponente son sometidos a una operación de engaño electrónico masivo. ¿Qué está sucediendo aquí?

En el nivel estratégico, se produce la parálisis del circuito de observación, orientación, decisión, acción (OODA).13 La capacidad del oponente para "observar" está saturada, o muy ligera y sutilmente asaltada por informes y datos contradictorios. Más importante aún, su aptitud de "orientación" se degrada porque le asalta la sospecha de una alta probabilidad que nosotros estemos remplazando su universo "conocido" con nuestra realidad alternativa. Sus "decisiones" responden en forma progresiva a nuestro universo fingido o virtual, y todavía más, las "acciones" militares dentro de sus estructuras estratégicas se paralizan de manera creciente en la medida que no hay relaciones racionales entre medios y fines. Lo que hace el adversario no está fundado en la realidad, porque nosotros se la hemos cambiado. Esto es un combate real. Entonces parecería que si podemos desarrollar una visión estratégica y una capacidad real para la guerra informativa, podríamos colocar el poder estratégico norteamericano al alcance de ese elusivo "apogeo de habilidades" donde el oponente es sometido sin violencia y a medida que destruimos su capacidad de producir o ejecutar una estrategia coherente. Entonces, ¿qué pensamos acerca del desarrollo de una estrategia para la guerra informativa?

Elaborando una estrategia para la guerra informativa

La elaboración de una estrategia para la guerra de la información comienza con un pensamiento serio, creativo, y "novedoso" sobre las actuales tecnologías informativas y los modos en que pueden ser trasformadas en propósitos estratégicos para servir a las autoridades del comando nacional y a los militares. Esto involucra reflexionar sobre la información de manera distinta: ¿qué información se requiere?, ¿qué cambios orgánicos ocurrirían en la medida que reunamos, procesemos, distribuyamos, y empleemos la información?, ¿qué cambios operacionales fundados en la información pueden suceder entonces?14 Los servicios han comenzado a pensar bajo el rubro "combate de comando y control."15 Pero este es sólo el primer paso, por cuanto el "campo de batalla digitalizado" no puede revolucionar el pensamiento estratégico. Permítannos ilustrar ésto con un poquito de historia. Como Presidente de la Cámara de Representantes Newt Gingrich observó que algún tiempo antes de la Guerra Civil Norteamericana, el general prusiano Helmuth von Moltke reflexionaba sobre ferrocarriles y telégrafos:

Si usamos el telégrafo para hacer conocer rápidamente las órdenes de movilización y luego utilizamos los ferrocarriles para con- centrar las tropas desde bases desparramadas a lo ancho de Prusia, podremos concentrar el máximo esfuerzo en el lugar de la batalla clave de la campaña. Nosotros no tendríamos que movilizar el ejército, luego concentrarlo, y a continuación marchar hasta donde esperamos que ocurría la batalla principal.16

Buen análisis. Lamentablemente, es ahí adonde estamos cuando pensamos que la guerra de la información se refiere solamente a comando y control.17 Así es como esta tec- nología permite que los tanques, buques, y aviones hagan un poquito mejor lo que ya hacen. Es la siguiente reflexión de Moltke, dijo el Presidente de la Cámara de Represen- tantes, Gingrich; la que necesitan imitar la Junta de Jefes de Estado Mayor y las fuerzas armadas:

Pero el ejército prusiano no está organizado, ni opera de modo que le posibilitaría responder a las órdenes telegrafiadas para embarcar en los trenes y localizarse así en otro lado. No es la forma como nos organizamos, entrenamos y equipamos. Lo que necesito es modificar el modo de obtener la información requerida para hacer ésto y la forma como estamos organizados, así podremos emplear esta información e imaginar nuevas maneras de operar; lo que necesito es un nuevo sistema para el Estado Mayor General.18

Así el conde von Moltke entendió que antes que pudiera hacer una utilización revolucionaria de la nueva tecnología, tenía que solucionar asuntos de alto nivel relativos a qué cambios serían necesarios en la información, organización y operaciones. Ese es el desafío que enfrentamos hoy. Las fuerzas armadas tienen claro que las tecnologías informativas tienen que ser el factor orientador de la futura forma de guerra, pero todavía no hemos articulado la visión estratégica o identificado los cambios de mayor prioridad que debemos hacer para lograr la conciliación de todo ésto.

Ahora agreguemos otra idea - en esta ocasión procedente de la Fuerza Aérea. De algún modo, los "info-combatientes" son como el Gral William ("Billy") Mitchell y la liga de pioneros aeronáuticos. Ellos advierten ese potencial. La visión de Mitchell sobre el potencial del poder aéreo condujo, con un gran costo para sí mismo pero con gran beneficio para la nación, a inventar una nueva forma de hacer la guerra. Ahora, aquí está el punto clave. Una vez que la visión del poder aéreo estratégico fue presentada con claridad, la gente fue capaz de decir, "Sí, entiendo como ésto puede cambiar la forma de hacer la guerra," a continuación siguieron las tecnologías: "Ah, el bombardeo aéreo - se necesitará una mira de bombardeo." "Ah, los aviones enemigos - necesitaremos alguna clase de sistema de detección; llamémoslo radar." Este es el punto - la tecnología no es sólo un multiplicador de fuerzas. Lo que producirá una revolución de los asuntos militares y una nueva forma de guerra es la interacción de la visión estratégica con la nueva tecnología.

Entonces, este es el desafío de la guerra informativa. ¿Hay algo sobre la información y sus tecnologías que podrían permitirnos generar tal desacuerdo entre qué, cuándo, y cómo nosotros y nuestros oponentes observamos, orientamos, decidimos, y actuamos, o tal nivel de "dominio de la información" que el oponente quede desvalido - y no solamente en el campo de batalla? ¿Hay algún modo en el que podamos utilizar la información como las actuales teorías del poder aéreo para generar una "campaña de información" que trabe la batalla con un adversario simultáneamente en tiempo, espacio, y profundidad a través de todas sus estructuras estratégicas de manera que el resultado sea una parálisis estratégica (sordo, mudo y ciego a cualquier cosa, excepto a lo que le permitamos escuchar, decir, o ver)?19 No es que lo ceguemos, pero lo que el oponente ve es lo que deseamos que vea sin darse cuenta que es "nuestra" realidad, no la de él. ¿Podemos encarar esta clase de guerra informativa estratégica? Y así como fue en el caso del poder aéreo, la tecnología seguirá a la visión estratégica. Está bien que no podamos introducir virus de computación por emisión satelital directa - hoy día; achicharrar a cada radar de la defensa aérea con una andanada electromagnética desde un remoto vehículo aéreo no tripulado (Unmanned Aerial Vehicle - UAV) - hoy día; trasferir todas las cuentas de un dictador desde un banco suizo a la oficina nacional de impuestos (Internal Revenue Service - IRS) - hoy día; proyectar imágenes holográficas, completas con las señales electrónicas inconfundibles, de 15 escuadrones procedentes del norte cuando nosotros nos estamos moviendo hacia la puerta trasera - hoy día; o transmitir la entrevista de Forrest Gump con "El Supremo" a cada radio y televisor en el territorio adversario - hoy día. Formule la teoría estratégica de la guerra informativa, y la tecnología llegará.

Doctrina de la guerra informativa

Por supuesto, hay una doctrina no oficial de guerra informativa, pero los esfuerzos de las fuerzas armadas para describir las operaciones de comando y control, así como las aplicaciones militares de esta guerra, permanecen incompletos. Para la Fuerza Aérea, enfocar el problema casi exclusivamente en el CW que es definido como la "integración, coordinación, ordenamiento y sincronización" de OPSEC, engaño, PSYOP, procedimientos electrónicos, y los esfuerzos de destrucción material apuntados contra las fuerzas militares desplegadas del oponente, representa un error sobre la apreciación del poder aéreo y espacial, o en la consideración de cómo la doctrina del poder aéreo puede orientar el desarrollo de una campaña en la guerra informativa. Entonces, ¿cómo podemos utilizar la actual doctrina de la Fuerza Aérea, presentada en el AFM 1-1, Basic Aerospace Doctrine of the United States Air Force, como un modelo para empezar a reflexionar sobre la guerra de la información?

Primero, asuma que la contienda informativa es el modo de hacer la guerra en el dominio de la información, del mismo modo que la guerra aérea se refiere al dominio del aire y el espacio. Así como el propósito de la guerra en el aire es controlar el espacio aéreo en orden a su explotación mientras se protege a las fuerzas amigas de las acciones aéreas enemigas, el objetivo de la guerra informativa es controlar la "infosfera" con el fin de explotarla, al mismo tiempo que se protegen a las fuerzas amigas de la acción hostil llevada a cabo en el dominio de la información. Entonces, como el control del aire se denomina usualmente contraaéreo, incluyendo acciones ofensivas y defensivas, cualquier control de la estrategia y doctrina de la información debe considerar a la contrainformación en términos de ofensiva y defensiva. La contrainformación ofensiva, como la ofensiva contraaérea, puede involucrar la explotación de la información por medio de las operaciones sicológicas, engaño, procedimientos electrónicos, ataques físicos y la protección de la información, de igual modo, otra vez, que los ataques materiales, el combate electrónico (Electronic Warfare - EW) y los frecuentemente pasados por alto asuntos de interés público y civil. La contrainformación defensiva, como la defensa contraaérea, incluiría la protección activa como la defensa material, OPSEC, la seguridad de las comunicaciones y de la computación, contra- inteligencia y, nuevamente, los asuntos de interés público. La protección pasiva incluiría ideas corrientes como las fortificaciones y la seguridad material. Si la meta es el control o el dominio de la información, como el control del aire, no es un fin en sí misma, sino la condición para permitir la explotación del ámbito de la información para, como en la doctrina aérea, el ataque estratégico, la interdicción, o el apoyo cercano en el campo de batalla a través de ataque CW. El dominio de la información en la estratégica "batalla fuera del campo de batalla" y en el "el campo de combate informativo" operacional es, como el control del aire y el espacio en la tradicional forma de hacer la guerra en la superficie, la clave de los efectos estratégicos. Para la guerra informativa, ahora se hace obvia la relevancia del pensamiento doctrinario sobre el poder aéreo. Una revisión de la historia sobre los debates respecto al poder aéreo mostraría, en parte, que aquéllos que insistían que los aeroplanos eran meros multiplicadores de fuerza para proveer apoyo aéreo cercano al esfuerzo "real," nunca reconocerían el potencial estratégico del poder aéreo, o no apoyarían la adquisición de tecnologías para las misiones aéreas estratégicas. En tanto que el pensamiento sobre la guerra informativa sea dominado por una doctrina que discute que la única misión relevante de esta clase de guerra para las fuerzas armadas es el combate contra el comando y control, y que el CW es un mero multiplicador de fuerza contra los medios de comunicaciones e información de las fuerzas enemigas desplegadas, el potencial para la explotación del dominio informativo en la guerra estratégica de esta clase y, una vez más, la identificación y adquisición de tecnologías claves, serán dejadas de lado. El CW, como el apoyo aéreo cercano, es una misión militar vital. En realidad, es un componente central de la guerra informativa pero, como el apoyo aéreo cercano y otras misiones "tradicionales" orientadas hacia el combate, no constituye toda la historia. El desafío es emplear la doctrina de la Fuerza Aérea como fundamento para encarar la "campaña informativa" la cual, como la "campaña aérea" en la Guerra del Golfo, es de una significación estratégica. Por ejemplo, ¿que tan "veloz, preciso y mortifero" sería un "info-ataque"?

Epílogo: riesgo de no formular una estrategia para la guerra de la información

Si el mundo realmente se está moviendo hacia una tercera onda basada en la era de la información, el no formular una estrategia para una guerra informativa defensiva y ofensiva colocaría a los EE.UU. y a sus fuerzas militares en la situación de ser el receptor final de un "Pearl Harbor Electrónico."20 La información es inestable; las ventajas que ahora tenemos y que fueron demostradas en la Guerra del Golfo, podrían perderse porque tenemos muy poco control sobre la difusión de la tecnología informativa.21 Segundo, estamos en un mundo pequeño, y nuestros enemigos potenciales pueden observar nuestras tecnologías e innovaciones operativas, y copiarlas sin tener que inventar otras nuevas.22 Recordemos, los más grandes centros donde se elaboran nuevos programas de computación no están en Silicon Valley sino en Madras, India. ¿Qué venderán ellos y a quiénes? Finalmente y regresando a un punto anterior, si los militares norteamericanos ven a la guerra de la información solamente como un multiplicador de fuerzas, adaptando elementos y porciones de tecnología únicamente para hacer que nuestros procedimientos de guerra mejoren algo - si "digitalizamos el campo de batalla" para reproducir infinitamente una forma de guerra mecanizada en el desierto - el riesgo real será que alguien más rehuse disputar el juego a nuestro modo. ¿Qué pasaría si ellos, como el conde von Moltke o el Gral Mitchell, piensan realmente en serio, compran las tecnologías de doble uso en el mercado mundial libre, alteran todo el concepto estratégico, y dan el salto hacia una estrategia para la guerra informativa?

Nosotros todavía no disponemos de una estrategia para esta guerra, y no hemos respondido los interrogantes fundamentales de cómo reconoceríamos, nos entrenaríamos, y equiparíamos para un conflicto de la tercera ola. Pero si algo de esto aún tiene sentido, ahora conocen los requerimientos urgentes para formular los puntos de vista que conducen a la estrategia. La estrategia idenficará las tecnologías, cambios orgánicos, y nuevos conceptos operativos. Realmente, debemos ser como von Moltke y Billy Mitchell - "Si podemos usar esto para hacer eso, entonces podemos..."ž


Notas

1. Junta de Jefes de Estado Mayor, Memorando de Política 30, asunto: Command and Control Warfare, 8 de marzo 1993.

2. Gral. Gordon R. Sullivan y Cnel. James M. Dubik, "War in the Information Age," Military Review 74 (abril 1994): 46-62.

3. Alan D. Campen, ed., The First Information War: The Story of Communications, Computers and Intelligence Systems (Fairfax, Va.: AFCEA International Press, 1992).

4. Mary C. Fitzgerald, "Russian Views of Information Warfare," Army 44, Nº 5 (mayo 1994): 57-59.

5.J ohn Arquilla y David Ronfeldt, "Cyberwar is Coming!," Comparative Strategy 12 (abril-junio 1993): 141-65.

6. Carl H. Builder, The Icarus Syndrome: The Role of Air Power Theory in the Evolution and State of the US Air Force, (New Brunswick, N.J.: Transaction Publishers, 1994).

7. "Information Dominance Edges Toward New Conflict Frontier," Signal 48 (agosto 1994): 37-39.

8. Winn Schwartau, Information Warfare: Chaos on the Electronic Superhighway (New York: Thunder's Mouth Press, 1994)

9. Peter Black, "Soft Kill: Fighting Infrastructure Wars in the 21st. Century," Wired, julio-agosto 1993, 49-50.

10. Douglas V. Johnson, The Impact of the Media on National Security Decision Making (Carlisle Barracks, Pa.: Strategic Studies Institute, US Army War College, 1994).

11. John Arquilla, "The Strategic Implications of Information Dominance," Strategic Review 22, Nº 3 (verano 1994): 24-30.

12. H.D. Arnold et.al., "Targeting Financial Systems as Centers of Gravity: 'Low Intensity' to 'No Intensity' Conflict," Defense Analysis 10 (agosto 1994): 181-208.

13. John R. Boyd, "A Discourse on Winning and Losing," 1987. Conjunto de diapositivas de conferencia sin publicar y disponibles en la Air University Library, Base Aérea Maxwell, Alabama.

14. May. George E. Orr, Combat Operations C3I: Fundamental and Interactions (Base Aérea Maxwell , Ala.: Air University Press, 1983); y Frank M. Snyder, Command and Control: The Literature and Commentaries (Washington, D.C.: National Defense University Press, 1993).

15. Tte. Cnel. Norman B. Hutcherson, Command and Control Warfare: Puthing Another Tool in the War-fighter's Data base (Base Aérea Maxwell, Ala.: Air University Press, setiembre 1994).

16. Newt Gingrich, "Information Warfare: Definition, Doctrine and Direction," Discurso ante la National Defense University, Washington, D.C., 3 de mayo 1994.

17. Joint Publication 3-13, "Joint Command and Control Warfare Operations - (CW)," segundo borrador (Joint Chiefs of Staff, Washington, D.C., 15 de enero 1994).

18. Discurso de Gingrich.

19. John A. Warden III, The Air Campaign: Planning for Combat (Washington, D.C., National Defense University Press, 1988).

20. Alvin y Heidi Toffler, War and Anti-War: Survival at the Dawn of the 21st. Century (Boston: Mass.: Little, Brown and Co., 1993).

21. N.K.Nair, War in the Gulf: Lessons for the Third World (New Delhi, India: Lancer International, 1991), ver especialmente el cap. 4, "Role of Electronics in the Gulf War," y cap. 5, "Desert Storm: Air Power and Modern War."

22. Jean Pichot-Duclos, "Toward a French 'Economic Intelligence' Model," Défense Nationale, enero 1994, 73-85 en Federal Broadcast Information Service: West Europe 25, enero 1994, 26-31.


Biografía

El Dr. George J. Stein, (BA, Assumption College; MA, Pensylvania State University, PhD, Indiana University) es director del International Security Studies Core y profesor de Estudios Europeos en el Escuela de Guerra Aérea, Base Aérea Maxwell, Alabama. Antes de incorporarse a la Universidad del Aire en 1991, el profesor Stein había enseñado desde 1977 en la Escuela de Estudios Interdiciplinarios, en la Universidad de Miami, Florida. Es miembro activo de SPACECAST 2020 y continúa su investigación sobre la guerra de información.


No debe entenderse que nuestra revista representa la política de la Secretaría de Defensa, la Fuerza Aérea de los EE.U.U. o la Universidad del Aire. Más bien su contenido releja la opionión de los autores sin tener carácter oficial. Está autorizado a reproducir los artículos en esta edición sin permiso. Por favor, si los reproduce, mencione la fuente, Airpower Journal.





No hay comentarios: